La prueba más clara de que al gobierno central —es decir: al partido
de gobierno— no le importan los venezolanos es cómo son capaces de
desconocer la voluntad popular, saltarse las leyes y jugar con el futuro
de una familia, de un pueblo, de una ciudad, de un estado, de un país.
Traicionar durante catorce años las promesas hechas al pueblo,
impedir que los poderes trabajen de manera independiente, permitir que
la corrupción sea campante e impune, someter al pueblo a una inflación
grosera mientras los precios del petróleo están más altos que nunca,
dejar que nuestra gente muera a manos del hampa, robarse elecciones,
ignorar a la mitad de un país que no ha permitido —ni permitirá— que le
expropien la esperanza.
Así están viviendo las familias venezolanas del presente, pero así no
es como viviremos el futuro. Hemos aprendido y no seremos nosotros
quienes cometamos los errores del pasado ni los del presente. A los
cuarenta años que el fallecido presidente culpaba se le han sumado más
de catorce años más de ineficacia, violencia y deterioro de la calidad
de vida del venezolano.
¡Y más de medio siglo de políticas erradas son demasiados años de
irrespeto al pueblo! Hoy vemos cómo, además de los nuevos errores, el
partido de gobierno padece de los peores males de la política de estos
tiempos: desconexión de los problemas reales del pueblo, incapacidad
para conseguir soluciones, división, ilegitimidad, luchas intestinas por
el poder, corrupción galopante y a los ojos del pueblo, ineficacia,
falta de credibilidad, fractura del liderazgo nacional, conflictos entre
los jerarcas de la capital y el liderazgo regional.
¡Por eso perdieron la mayoría popular desde hace rato! Esta farsa que
pretenden es insostenible porque está fundada en mentiras, en
irrespetos y en su incapacidad para gobernar.
En el partido de gobierno hay miedo y por eso huyen hacia adelante.
Por eso quiero recalcar que, en esta especie de tormenta de malas
noticias a las cuales nos tiene acostumbrado el gobierno, no se nos
olvide que el miedo a auditar las elecciones del 14-A es prácticamente
lo que se llama una confesión de parte: saben que la elección no les da,
saben que están allí en un “mientras tanto” que intentan alargar con
mentiras y creen que generando otros escándalos y otras matrices harán
que se nos olvide que somos mayoría.
Pero eso, Nicolás, hoy en día y con este pueblo es imposible.
Cada uno de los ciudadanos que votó por nuestra opción votó por el
futuro, no por este gobierno que solamente remienda y pone parches a los
síntomas del desastre pero resulta incapaz de reconocer sus errores y
planificar, por una vez en su vida, la posibilidad de solucionar alguno
de los problemas.
Pero ya ha quedado claro: no saben cómo hacerlo. La escasez, la falta
de producción, el problema con las divisas, la crisis en PDVSA, las
persecuciones a los empleados públicos, el embuste del sabotaje, lo que
consiguieron en Corpoelec, las rotaciones ministeriales de los mismos
irresponsables, el fracaso de veinte planes de seguridad, la crisis de
viviendas, el desempleo, la crisis hospitalaria, tener al alcalde del
municipio donde más matan y roban a los venezolanos como mandadero del
CNE, el paquetazo Rojo que nos hizo mucho más pobres, el infierno en que
se han convertido los puertos, la falta de servicios públicos, el
estado de la infraestructura nacional, la cantidad de proyectos parados y
atrasados, el aumento de la deuda, el alza de los precios de los
alimentos, el gasto excesivo en armas, el sueldo de los profesores
universitarios…
Cada una de esas cosas es una prueba de que el partido de gobierno no sabe lo que hace.
En apenas un mes de la imposición ilegítima de Nicolás Maduro por
parte del CNE, hasta en sus propias filas han revivido la figura del
revocatorio, porque el pueblo no puede seguir esperando por soluciones
que sabe que no le van a llegar desde tamaña pandilla de incompetentes.
Por eso los verdaderos resultados del 14-A son los que tú y yo
conocemos, Nicolás. Porque los venezolanos se cansaron de esperan un
futuro que no ha sido otra cosa que mucha televisión, mucha viajadera,
muchos regalos para el exterior y muy pocas soluciones.
El 14-A no se nos olvida. Ni a nosotros ni al pueblo, señores del
partido de gobierno. Y para tranquilidad de todos, yo sé que el
liderazgo que encabezo tiene bastante claro qué es lo que debe hacerse y
cómo se debe hacer. Sus errores del presente no van a comprometer el
futuro de todo un país. Pero eso sí: cada vez que hostigan, cada vez que
dejan un crimen impune, cada vez que comenten un exceso, cada vez que
ignoran al pueblo, cada vez que criminalizan la protesta y cada vez que
inventan nuevos culpables del desastre que ustedes han generado pasa una
sola cosa: nuestro camino crece, se llena de gente y se convierte en la
verdadera opción de futuro para todos, sin exclusión y haciendo lo que
se debe hacer.
El 14-A el pueblo lo dejó bastante claro. Y ellos, en el partido de
gobierno, lo saben. Perdieron al pueblo porque les robaron la esperanza.
¡Y nosotros se la hemos devuelto! Y no vamos a permitir que el pueblo
sea traicionado nuevamente. Esta lucha es por la verdad y por el futuro,
y esas dos fuerzas son indetenibles.
¡Venezuela somos todos! Que Dios los bendiga…