Hoy es Domingo de Resurrección y los venezolanos tenemos que analizar
muy bien lo que significa esta celebración litúrgica, pero sobre todo
lo que simboliza. La resurrección de Jesucristo debe servirnos como una
imagen esperanzadora, llena de posibilidades y de vida nueva. Por encima
de la maldad, por encima de la crueldad y de lo más terrible de los
hombres, Jesús resucita dándole su testimonio al mundo de que la
esperanza y el compromiso puesto en quienes dan su confianza tiene
sentido, vale la pena y es posible.
Sin embargo, en estos días que debían servir para el encuentro, el
descanso y la oración, en un ejercicio oscuro del poder y de la
política, los venezolanos somos mucho más pobres. Los ineficaces
encargados del gobierno central han vuelto a devaluar la moneda nacional
en una movida propia de quienes viven enterrados en sus secretos, sus
tapaderas, sus mentiras.
La primera vez lo hicieron justo antes de los Carnavales, cuando
buena parte de la población estaba organizando sus días de descanso, ese
merecido descanso que necesita el que trabaja a diario de manera
incansable. Esta vez han repetido una receta parecida, aprovechando la
vulnerabilidad de nuestra gente, de nuestro pueblo. Unos días antes de
Semana Santa, Nicolás y su combo devalúan el bolívar por segunda vez, y
hacen todo el proceso de subasta y adjudicación justo cuando la mayoría
de los venezolanos se encuentran en sus actividades de descanso,
haciendo una vez más lo que les da la gana.
Mantienen el asunto en secreto. No dicen cuánto se pagó por unos
dólares subastados en una jornada casi oculta. ¿En qué país creen que
viven? ¿De verdad no se dan cuenta de lo cortas que son las patas de las
mentiras que Nicolás ha convertido en el discurso oficial de su
campaña? Porque a estas alturas, el resumen de su gestión como encargado
tiene que empezarse a escribir así: devaluó dos veces la moneda,
haciendo a los venezolanos más pobres, hundiendo al país en esas trampas
de la pobreza por su incapacidad para gobernar.El día en que le
metieron esa puñalada al pueblo, un día que pasará a la historia como el
día de la devaluación silente de Nicolás, ese Jesús resucitado de hoy
estaba llevando una cruz pesada. Me refiero a la devoción de El
Nazareno, que se conmemora el Miércoles Santo y que pude compartir con
fe una vez más en Petare, con las familias que tanto creen en este
hombre que tanto padeció en la Tierra.
Ahí intentaron meter la violencia quienes no terminan de entender que
este país nos necesita a todos. Pero se encontraron con el pueblo
enfrentándolos a ellos y a sus intenciones. Y no hablo de las personas
que apoyan este proyecto político de futuro e inclusión, sino también de
quienes creyeron en el proyecto que le ofreció el hoy fallecido
Presidente y hoy traicionados por Nicolás y sus irresponsables secuaces.
Escuchar a la comunidad entera exigiendo respeto a las cosas que nos
unen es una muestra más de que el país que queremos está por llegar.
Pero también de que aquellos que lo están destruyendo tendrán que
responder muchas preguntas y saldar muchas cuentas con el pueblo.
¡Esa unión entre todos es la que va a hacer que Venezuela renazca!
Por más empeño que tienen los dirigentes del partido de gobierno en
flagelarla, en herirla y en violentarla, yo sé que hay un país entero
que quiere ver a Venezuela segura, bonita y progresando. Está en todos
nosotros detener la destrucción del país liderada por tantos
irresponsables. Y a quien no podemos decepcionar en hacerlo es a
Venezuela, al futuro y a nuestros muchachos, que no tienen por qué
sufrir las consecuencias de un país dividió y con tanta violencia.
Las terribles y agresivas decisiones económicas de Nicolás y su
combo, a punta de su Paquetazo Rojo, nos han empobrecido a cada uno de
nosotros. ¿Quién de esa pandilla nos puede explicar a los venezolanos
cómo devalúan dos veces la moneda con los precios del petróleo por el
cielo? Ninguno. Porque a ninguno le importa. ¡A paquetazos limpio
Nicolás va viento en popa destruyendo la economía! Pero la realidad no
perdona. La inflación y el alto costo de la vida le pega duro al que no
vota por el partido de gobierno y pero también al que vota por ellos.
Ahí no importan listas, contactos ni enchufes.
Pero el futuro no vas a destruirlo, Nicolás. No puedes hacerlo,
porque el futuro nos pertenece a los venezolanos de bien y lo sabremos
utilizar. ¡Porque ya va siendo hora de que los venezolanos seamos la
prioridad! Y la esperanza tiene que darnos fuerzas, porque si algo
debemos resucitar es la producción nacional, un sector que ha sido
pulverizado por estas devaluaciones disfrazadas de subastas que han
venido a darle un golpe final al productor, al campesino, al trabajador…
¡Parece que Nicolás ha puesto su empeño en destruir al país! Hay
quien podría pensar que está tan acostumbrado a mandar sin ser electo,
que quiere terminar con el país antes de que el voto de la propia
militancia de su partido le demuestre lo mal que lo ha hecho. Pero el
voto de los venezolanos demostrará que existe otra manera de ver las
cosas, una que hemos podido construir juntos y pensando en las
soluciones, no en las excusas.
¡Aquí hay voluntad y fuerza para sacar a Venezuela adelante! No
olvidemos que el futuro nos incluye a todos y nos está dando una
oportunidad para demostrarlo.
¡Vamos a parar la destrucción del país! ¡Qué Dios bendiga a Venezuela!
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