En más de una ocasión he dicho que la política es un oficio que debe
ejercerse para servir a los demás y no para exigir obediencias ni
lealtades. Mucho menos para servirse a uno mismo o para engañar a los
demás haciéndoles creer que uno es un enviado.
La palabra “elegido” en la política no tiene nada que ver con ser
señalado por una persona, sino electo por muchas más que están de
acuerdo con unas propuestas y unas directrices que fueron capaces de
captar su voto. Pero esas personas que votan por uno no deben
convertirse en cómplices ni en alcahuetas de los errores que puedan
cometer los funcionarios, sino precisamente en quienes defiendan y
custodien que los compromisos se cumplan.
Algunos políticos como Nicolás, demasiado alejados del voto popular o
demasiado cerca del nombramiento hecho a dedo, olvidan esto con mucha
facilidad. Lo hacen por una sola razón: no se conciben sin tener el
Poder. Son el poder que tienen y nada más. No son su voluntad, ni su
vocación, ni sus ideas ni sus propuestas. Y eso tiene que ver con
haberse alejado demasiado de quienes en verdad deberían tomar las
decisiones: los venezolanos.
Por eso el único lugar que consiguen para hablar es el poder de otro.
Y eso sucede porque no tienen piso propio ni ganas verdaderas de
encargarse de un país que cada vez tiene más problemas y menos
soluciones. Porque estas semanas de desgobierno de Nicolás no solamente
han empeorado la economía y la calidad de vida de los venezolanos:
también ha despreciado la esperanza y la confianza de un grupo
mayoritario de venezolanos que votó por un proyecto y hoy ellos han
traicionado.
Es evidente que Nicolás no pensó en ninguno de los venezolanos
cuando, por ejemplo, devaluó nuestra moneda e hizo que todas las
familias venezolanas fuesen más pobres de la noche a la mañana. Todas.
Las que los apoyan y las que no. Las que votaron por ellos y las que no.
Las que tiene dinero y las que no. Las que engañó diciéndoles que esa
decisión la íbamos a tomar nosotros y las que nunca le creyeron y
prefirieron votar por el Futuro.
Y si Nicolás no pensó en ninguno de los venezolanos antes de tomar
esa decisión, y otras que en menos de cien días aumentaron los niveles
de inflación y de escasez, es porque está donde está sin haber sido
electo por el voto popular.
¿Por qué no sacan ahora aquel falso Paquetazo que utilizaron de una
manera sucia en la campaña hacia el 7 de octubre? Porque su gente se
daría cuenta de que son ellos los que han cumplido paso por paso lo que
dijeron que iba a pasar si perdían.
Son ellos los que han aplicado su Paquetazo Rojo. Son ellos los que
han preferido empobrecer a nuestras familias antes que parar la
regaladera de recursos y resolver los problemas de los venezolanos antes
que los de otros países a los que ya hemos ayudado lo suficiente como
para que por una vez en catorce años le toque a Venezuela tener un
gobierno para el que los venezolanos sean la prioridad.
A Nicolás. No le importa el pueblo, sino el poder. Y sus acciones lo delatan.
A muchos les conviene que el partido de gobierno logre mantenerse en
el Poder a como dé lugar. Sobre todo a quienes el propio presidente
Chávez, hoy fallecido, acusó de incompetentes y de ineficaces en más de
una ocasión. Mientras el partido de gobierno controle todas las
instituciones, cada uno de los casos de corrupción que involucran a
algunas de las cabezas más visibles del gobierno de Nicolás estarán
escondidos de la justicia que todos los venezolanos de bien, de la
tendencia política que sean, esperan se aplique a quienes roban y
mienten, a quienes usan las esperanzas ajenas, a quienes chantajean al
pueblo con su dolor y sus necesidades.
Pero la mentira tiene patas cortas, Nicolás. Cada una de las mentiras
ha ido saliendo a flote y han sido a los militantes de tu partido y a
la gente que puso las esperanzas en un proyecto que no han podido
cumplir. Desde la aplicación de tu Paquetazo Rojo hasta cómo has
manipulado con algo tan delicado y sagrado como puede ser el dolor que
resulta de la muerte de un ser humano.
El partido de gobierno fracasó y es el momento de que Venezuela deje
de ser gobernada para cumplirle a una militancia y pase a dedicarse a
hacer posible los sueños y la superación de todos los venezolanos de
bien, sin importar su tendencia política. Este momento exige un
liderazgo capaz de dar un buen gobierno a quienes confíen en la
propuesta que verdaderamente los incluya. Pero verdadera inclusión, no
simplemente nombrándolos y secuestrando su esperanza a cambio de un
voto.
Los venezolanos pueden ver con claridad qué es lo que quieren: que el
desarrollo de sus capacidades le permitan conseguir un trabajo para
superarse, que lo que ganen gracias a su esfuerzo les alcance y permita
ahorrar, que cada familia tenga asegurado su sustento y los servicios
básicos para vivir tranquilos y que esa felicidad verdadera de estar en
un país donde se puedan cumplir los sueños nos permita dormir
tranquilos. Nosotros sabemos cómo hacerlo.
¡Venezuela somos todos! Volvemos a tener la oportunidad de construir
el país que soñamos. Depende de nosotros y de nuestro voto el próximo
14-A. ¡Vamos a lograrlo Juntos!