martes, 27 de mayo de 2014

"La lucha continúa"

Mientras algunos desde el palacio hablan y hablan por televisión, nosotros estamos en la calle recorriendo los sectores más necesitados de nuestra Miranda y Venezuela, para insistirle a nuestro pueblo en la unión para avanzar. Continuamos en los barrios, caseríos y urbanizaciones orientando a los venezolanos y haciéndolos reflexionar sobre la necesidad de lograr un cambio. Para que Venezuela avance es clave derrotar la división que nos sembró el gobierno y que otros sectores quieren generar, y eso nos preocupa.

Las dificultades que hoy vivimos deben darnos más fuerza y razones para unirnos, para seguir luchando. La lucha continúa, no ha terminado. Lo peor que nos puede pasar como pueblo es conformarnos. No podemos pensar que es tarde para el cambio, para soñar. No podemos tenerle miedo al futuro y al progreso, a lo que debemos tenerle miedo es al atraso, a las largas colas para comprar comida, a la anarquía, a que el dinero no alcance, a los que están mandando y gobernando a nuestra Venezuela, quienes la tienen sumida en el caos.

Promueven el miedo, porque al final son ellos quienes tiemblan con la sola idea de pensar que pueden perder los privilegios. Les aterra perder el poder. Viven como reyes, mientras todos los días se agravan las condiciones de vida de los venezolanos. No les importa si nuestro pueblo tiene comida en su casa, que sufra por la inseguridad, que no consiga los medicamentos ni los alimentos. A ellos no les importa eso. Juegan con la esperanza, la bondad y la buena voluntad de nuestro pueblo. Por eso insistimos que en el país urge un cambio. Si nuestro pueblo no abre los ojos, esto va para peor.

Pongo sobre mi espalda todo el peso que sea necesario, pero esta lucha no es la lucha de un solo hombre, es la lucha de todos. No nos cansaremos de repetir que esta lucha no es pueblo contra pueblo, sino de los venezolanos contra el grupito de los enchufados. Tenemos que enfocarnos, organizarnos y unirnos en torno a los cientos de problemas que tenemos en nuestro país. Es hora de que los venezolanos pensemos en nosotros, en el futuro que queremos para nuestros hijos. Ya basta de dejarse manipular por quienes están en el gobierno, quienes mienten descaradamente con tal de mantener el poder.

Si hay algo que ellos hacen muy bien es repetir mentiras, al mejor estilo de Joseph Goebbels, el padre de la propaganda nazi, quien decía que una mentira repetida mil veces, el pueblo termina asumiéndola como una verdad. Y esa es otra de las tareas que debemos hacer en la calle, desmontar las mentiras de este gobierno. Recordemos que los sectores más apartados, a donde no llegan los periódicos, no usan redes sociales y solo ven propaganda oficial, son los que requieren más información, que no la obtendrán a través de los medios que tienen a su alcance, porque están controlados por el gobierno.

Si bien ya hemos logrado la unión de muchas comunidades, demostrando que un pueblo unido logra resolver los problemas de su sector, aún hay mucho por hacer. Y eso lo explicaba en estos días a un periodista en una entrevista. El trabajo que tenemos que hacer quienes nos dedicamos a servir al pueblo y creemos en la unión, el cambio y el progreso es ir hasta los barrios y convencer a ese 80% de venezolanos descontentos, de que podemos tener una Venezuela de progreso y oportunidades para todos y sin distingos ni parcialidades.
Debemos convertir a esos venezolanos en una gran fuerza para impulsar los cambios que nuestra Venezuela necesita y quienes nos dedicamos a servir al pueblo, no podemos ni debemos escudarnos diciendo que no tenemos tiempo, porque nuestro trabajo es ir a las comunidades. ¿Que sólo fue un pequeño grupo de personas a una reunión en un barrio? Bueno, hay que ir sumándolas todos los días y así vamos. Por eso seguiremos en la calle, buscando ese cambio definitivo.

Por cierto, hoy nuestro pueblo de San Diego, en Carabobo; y de San Cristóbal, estado Táchira; darán una lección al gobierno. Hoy, por decisiones fascistas e inconstitucionales, se llevan a cabo dos comicios para elegir a sus autoridades que ya habían sido escogidas en diciembre del año pasado. Estamos seguros que pese a la injusticia y arbitrariedad de esta decisión, los sandieganos y los sancristobalenses saldrán a reafirmar su compromiso con el progreso de sus municipios. A nuestro pueblo de San Diego y San Cristóbal, que nos está leyendo y aún no ha ido a votar, le pido que vaya a hacerlo pensando y defendiendo su futuro.

Hagamos respetar la voz del pueblo. Les pido, entonces, a esos pueblos valientes y aguerridos, que amo y respeto profundamente, que vuelvan a demostrar la fuerza de su voz, su disposición de cambio y su anhelo de progreso. Todos estamos invitados a ser protagonistas de nuestro futuro. No podemos ceder espacios que ya fueron ganados. En la unión está la fuerza y para Venezuela el cambio ya está cantado.

 ¡Sigamos avanzando!

lunes, 19 de mayo de 2014

"Sobran razones para unirnos"

Los venezolanos no dejamos de ver con asombro e indignación cómo mientras nuestro pueblo todos los días pasa trabajo, con la inflación y escasez batiendo récord, la criminalidad actuando impunemente y con expectativas que no se cumplen, el gobierno gasta millones, que deberían utilizarse para dar solución a cientos de problemas, en una campaña propagandística para intentar detener lo inevitable: la caída de popularidad de un gobierno que por donde se mire colapsó.

Hagan lo que hagan no lograrán contener el descontento producto del modelo fracasado. Todas las acciones que toman son contrarias a la expectativa de los venezolanos. Todos los días, por donde metamos la cabeza, nuestra Venezuela amanece con nuevos problemas y otros que se acentúan.

Hoy 80% de los venezolanos están insatisfechos por esa cadena de errores y desaciertos de quienes gobiernan en nuestra Venezuela, pero esto no quiere decir que ese pueblo automáticamente respalde otra opción. Y esa realidad, todos deberíamos tenerla clara, por mucho que nos moleste. A la gente hay que contarle la película completa y decir la verdad completa, aunque a veces suene antipática, pero mejor hablar con la verdad y no como hace este gobierno que habla desde la mentira.

El gran reto para quienes adversamos este modelo es precisamente organizar, articular y canalizar esa insatisfacción en los barrios, caseríos y en todos los sectores populares. Decirle a nuestro pueblo no solo con palabras sino con hechos que sí es posible construir juntos un país de oportunidades y progreso para todos.
Esa precisamente ha sido nuestra labor en Miranda, donde el único requisito para atender al pueblo es tener la necesidad. En el estado que nosotros gobernamos la política partidista está fuera de las instituciones y de las ayudas que damos, porque todos entendemos el sentido que debe tener el servicio público para lograr resultados y no jugamos con las necesidades de nuestro pueblo para chantajearlo. Buscamos el progreso de todos para que no dependan más nunca del gobierno de turno.

Frente a la situación que hoy vivimos en nuestro país urgen dos acciones: reunificarnos, porque los ataques entre quienes queremos un cambio, lejos de cooperar, ayudan es al gobierno. Todos queremos lo mismo, tener una Venezuela de oportunidades y progreso, y aunque haya diferentes planteamientos, al final todos perseguimos un mismo camino. Por otro lado, debemos conectarnos con los problemas más importantes, unirnos y organizarnos para reclamarles a los responsables de esta crítica situación, las soluciones que nos permitan avanzar como venezolanos y además lograr que muchos que no saben puedan estar claros de quién es el verdadero responsable del caos que vivimos.

Queremos insistir en que la crisis social, política y económica de nuestra Venezuela no la resolvemos enfrentándonos pueblo contra pueblo. La lucha no es entre venezolanos sino contra un grupito que quiere que todos estemos a su servicio y que tiene secuestradas las instituciones para mantenerse en el poder.

Este gobierno tiene que entender que la crisis no se resuelve con muertos, heridos, torturados, detenciones y estudiantes presos, muchos de ellos menores de edad. Tampoco dejando que el gobierno imponga su agenda y terminemos enfrentándonos con otros. Este gobierno ha demostrado, en reiteradas ocasiones, que no le importa la vida de los venezolanos, lo único que le importa es el poder y por eso apelan a cualquier artificio para intentar oxigenarse, pero nada de eso frena la gravedad que hoy los venezolanos viven en la calle.

La violencia, ataques y enfrentamientos entre venezolanos ayudan es al gobierno. A ellos tampoco les importa arrastrar y hundir en su desastre y caos a las instituciones, incluyendo a nuestra FANB, a cuyos miembros ordena reprimir, violentando los derechos humanos y además criminalizando a quienes, en su legítimo derecho, se encuentran en la calle protestando en contra de la inseguridad, el alto costo de la vida y reclamando un futuro mejor.

Si bien no podemos meter en el mismo saco a todos los militares, jueces y fiscales, porque en nuestra Venezuela hay muchos funcionarios honestos y apegados a la Constitución, queremos recordarles a quienes actúan al margen de la ley, que todos los abusos y atropellos en contra de nuestro pueblo, más temprano que tarde se pagan.

Hoy, lamentablemente, quienes están al frente de esas instituciones derrochan eficiencia para perseguir y encarcelar estudiantes, mientras la delincuencia hace de las suyas bajo la sombra y complicidad de esos funcionarios. Sería bueno que le explicaran al país, dónde están hoy los responsables de los 160 casos de tortura que reposan en Fiscalía, aunque extraoficialmente se habla de al menos 500 casos, amén de las violaciones de derechos humanos a cientos de jóvenes que han sido detenidos en las calles de Venezuela.

Así funciona la Fiscalía y todo el Sistema de Justicia en nuestra Venezuela, aquí asesinan a 50 personas en un día y no mueven ni un dedo, pero basta que sea un hecho político o que el gobierno se sienta amenazado, para que rápidamente salgan a actuar en la madrugada y en tiempo record, como lo hacen contra los estudiantes, quienes paradójicamente están en la calle pidiendo justicia; pero no vemos la misma rapidez y eficiencia en contra de quienes cometen graves delitos.

Quebraron la justicia, quebraron el país, pero jamás podrán quebrar la esperanza de millones de venezolanos que buscamos algo mejor. No les quede ninguna duda de que vendrán mejores tiempos. Nuestra Venezuela está destinada a ser un país de progreso y a eso es precisamente a lo que le tienen miedo los del gobierno. Por eso no dan una muestra concreta de querer dialogar.

Les aterra la democratización del poder parlamentario, el equilibrio en el Consejo Nacional Electoral, que devuelva a la gente la confianza. Les aterra la instauración de un Tribunal Supremo de Justicia apegado a la Constitución, un Ministerio Público en el que los fiscales sean designados por concurso y una Defensoría del Pueblo que funcione.

Estas y muchas otras son las razones que sobran para que nos unamos como venezolanos. Las voces de los estudiantes que hoy están en las calles reclamando sus derechos se unen a las voces de los millones de venezolanos que claman por tener acceso a los servicios básicos en sus comunidades, o a los millones que claman por un sistema de salud que funcione, o a las millones de madres que rezan todas las noches para que sus hijos lleguen sanos y salvos a casa.

A todas estas voces les reiteró nuestro respaldo, apoyo y respeto. Mientras Venezuela esté llena de problemas, tienen todo el derecho de exigir y alcanzar un cambio. Solo les pido que no pisen el peine de la violencia que pone todos los días el gobierno. 

¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!

lunes, 12 de mayo de 2014

El “No Hay”

La verdad es como un salvavidas, por más que intenten hundirlo, siempre consigue la forma de salir a flote. Y eso es justamente lo que está ocurriendo hoy en nuestro país: están saliendo a flote todos los errores, los desaciertos y todas las mentiras, que han deteriorado la calidad de vida de nuestro pueblo, pese a la insistencia de algunos, de mostrar los “éxitos” de un modelo económico que a todas luces fracasó desde el mismo momento en que comenzaron a aplicarlo.

El socialismo del siglo XXI, como lo bautizaron, ofreció grandes promesas. La instauración del paraíso en la tierra, pero en la práctica ha sido y es un verdadero desastre. Un modelo en el que la propiedad de los medios de producción está solo en manos del Estado, en el que se expropian empresas, confiscan empleos y en el que se ve al esfuerzo privado como un enemigo, no puede ser exitoso.


A esta realidad debemos sumarle la enorme corrupción e incompetencia de quienes hoy están en el gobierno, que quedan evidenciadas en las Memorias y Cuentas de algunas empresas estadales. Quienes las dirigen no pudieron ocultar ni maquillar el fracaso al que fueron condenadas, por la aplicación de las políticas de un modelo errado, que también destruyó nuestro aparato productivo.

La crisis económica parece que llegó para instalarse en nuestra Venezuela, sin que veamos intención del gobierno de resolverla. Lejos de tomar las medidas para solventar la crisis, esta se enquista con el correr del tiempo. Las devaluaciones de nuestro bolívar, los problemas para obtener divisas, las trabas para importar, la escasez de materia prima y las expropiaciones, nos han llevado a que nuestra Venezuela hoy tenga la inflación más alta del mundo, al poco por no decir nulo crecimiento económico, a pesar de tener las reservas de petróleo más grande del planeta.
 
En el mundo ya existían ejemplos de lo que no se debe hacer en materia económica. El modelo de la Unión Soviética, de los años 70, en la que factores similares a los de nuestro país, contribuyeron a conformar una peculiar economía, caracterizada por la escasez, largas colas y corrupción, que llegaba a niveles en los que un trabajador, escondía algún producto de primera necesidad debajo del mostrador para dárselo a sus amigos, familiares o para protagonizar algún soborno.

Algunos modelos, como el que hoy dicen aplicar en nuestra Venezuela, no han podido resolver las dificultades de la oferta de bienes ni de la creación del capital fijo, porque son modelos profundamente centralizados, que anulan la iniciativa individual y la motivación del pueblo a progresar. Estos modelos no han funcionado adecuadamente en ninguna parte del mundo y su rotundo fracaso en la Unión Soviética fue un claro indicio de su incapacidad para cumplir con sus promesas.

Después de 15 años que debieron haber sido dorados, nuestra Venezuela es hoy más  pobre. Pero lo peor y más trágico es que quienes hoy sumergieron a nuestro país en una de las crisis económicas más dramáticas de nuestra historia, continúan mintiéndole a nuestro pueblo y creyéndose sus propias mentiras e ideas desfasadas.

Los del gobierno se jactan de que la pobreza y el desempleo disminuyeron en Venezuela. Que Venezuela es hoy una de las economías más prósperas del mundo. Pero cuando uno ve las cifras y observa cómo la inflación en los primeros tres meses de 2014 ya suma 10,1%; lo que significa que la inflación acumulada de los últimos 12 meses es de 59,4% y el precio del dólar en 2013 pasó de 4,30 a 6,30 bolívares, luego al Sicad y después al Sicad II; cuando uno ve que el BCV no publica datos de escasez desde enero de 2014, el cual fue de 28%, y lo normal para un país es de 5%; cuando uno ve que la producción del petróleo ha disminuido y hasta tenemos que importar gasolina; que las reservas internacionales siguen cayendo y han desaparecido más de 5 mil empresas; que somos el segundo país en riesgo para inversiones en América Latina y la empresas de Guayana están por el piso; yo me pregunto, sobre qué realidad sostienen esas afirmaciones.

Durante esta semana han anunciado, con bombos y platillos, una “ofensiva económica” con la que buscan “equilibrar” y “corregir” el desbalance de un modelo que fracasó y que por consiguiente no da para más. Somos los primeros interesados en apostar al éxito de esas medidas. Pero el gobierno debe hablarle con la verdad a los venezolanos.  Es hora de afrontar la dura realidad y asumir responsabilidades, pero lo más importante es tiempo de rectificar.

Es necesario reactivar los parques industriales, actualmente paralizados por la falta de materia prima, con la finalidad de reducir las importaciones e impulsar un plan de infraestructura nacional que estimule el empleo. Es preciso crear centros de producción según las fortalezas de cada región, promoviendo las inversiones que mejor aprovechen sus recursos. Es urgente revisar el estado de las tierras expropiadas y reactivar el campo venezolano. Es clave apoyar a nuestros pequeños y medianos emprendedores, sin importar cómo piensen, otorgando facilidades para acceder a créditos productivos e incentivos fiscales para las nuevas inversiones. Es ineludible el trabajo mancomunado entre el esfuerzo público y privado. Y no podemos olvidarnos de promover la capacitación de la fuerza trabajadora. Hay que invertir en la educación, solo con una educación de calidad se logran los cambios que nuestro país necesita.
 
En definitiva, la crisis económica en nuestro país se combate con mucha producción nacional. Nuestra Venezuela tiene todos los recursos naturales y el mejor recurso humano para ser la nación más productiva del mundo. Con una política económica, transparente, responsable y sostenible, que estimule la inversión, eleve el poder adquisitvo y genere empleos de calidad para todos por igual. Esa es la Venezuela de progreso que todos queremos, con la que soñamos y por la que seguiremos luchando.

Todos los venezolanos tenemos el derecho constitucional de protestar de manera pacífica y mientras exista este caos y tantos problemas sin respuesta por parte del gobierno, nuesto pueblo seguirá en las callles protestando, porque ninguna sentencia del TSJ puede estar por encima de nuestra Constitución.

¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!

lunes, 5 de mayo de 2014

"Aumento chucuto"

Después de tanta expectativa generada entre los venezolanos, sobre cuál sería el incremento del salario, finalmente la incógnita fue despejada: 30%  de ajuste para llegar a 4.251 bolívares. Un monto insuficiente. Un aumento chucuto. Mientras en nuestra Venezuela no se cambie el modelo económico castro-comunista, seguirá creciendo la inflación, aumentando la escasez y destruyéndose el poder adquisitivo de nuestros trabajadores y de todos los venezolanos.

Es lógica la inconformidad y el descontento de los trabajadores con esta compensación del 30%, si tomamos como referencia que la inflación general acumulada ronda el 60%, mientras que la de los alimentos se ubica casi en 80%. También tendríamos que recordar que en nuestra Venezuela, 35% de la fuerza trabajadora devenga salarios inferiores o iguales al mínimo. Ello condena a unos 4.500.000 trabajadores a hacer malabarismos, ya que sus ingresos son inferiores al costo de la canasta alimentaria, que por cierto, se ubicó en el mes de marzo en 10 mil bolívares. Hoy son necesarios 2,3 salarios mínimos para poder cubrirla.

Con un poco de suerte, para una familia en la que trabaje solo uno de sus integrantes, el nuevo salario mínimo apenas garantiza la subsistencia. Una subsistencia llena de restricciones y privaciones. Con un ingreso tan bajo, es imposible pensar que hoy los venezolanos tengan capacidad de ahorro o puedan crear un fondo para imprevistos. Ni hablar del gran sueño de tener una vivienda propia, sueño que se esfuma a diario entre las manos de los más pobres.

Hoy los venezolanos sufren las consecuencias de un gobierno al que solo le importa mantenerse en el poder. Para ellos, el desarrollo económico no es una prioridad. Por eso se la pasan inventando maniobras para que los venezolanos creamos que los culpables de la profunda crisis económica que vivimos, es responsabilidad de otros y no de ellos. Y sí, en Venezuela hay una guerra económica, pero de quienes hoy ocupan el gobierno, en contra del bolsillo de todos los venezolanos.

Después de tantos años, ninguna de las promesas en materia económica se cumplió. El poder adquisitivo de nuestro pueblo se desplomó al igual que los empleos de calidad y el salario de los trabajadores. Nuestra Venezuela está muy lejos de ser la potencia económica en la que prometieron convertirla. Pese a la insistencia de quienes hoy están en el gobierno de maquillar y distorsionar cifras, la realidad y la verdad corren como pólvora por todos los rincones de nuestro país: el salario no alcanza. Con ese salario mínimo no vive una familia.

En un país con cifras tan negativas, no puede hablarse de crecimiento y de estabilidad. Un país donde no se invierte, no puede crecer. Un país que no crece, no puede generar empleo. El modelo actual ha desmotivado la inversión. Se estima que 6.213.000 de venezolanos no cuentan con un empleo formal y más de 5.000.000 son trabajadores informales. Es decir, que no cuentan con un empleo estable, ni con los beneficios y protecciones de la ley.

Durante los últimos años hemos venido proponiendo y explicándole a los venezolanos, que la manera más efectiva de proteger el salario de los trabajadores, recuperar su poder adquisitivo y su calidad de vida es a través de un modelo económico que ponga el acento en la producción nacional.

Una de nuestras propuestas es crear las condiciones para que en nuestra Venezuela podamos generar unos 500 mil empleos formales anuales. ¿Cómo es posible lograrlo? Creando más y mejores oportunidades. Esto es viable si se pone fin a las expropiaciones y se garantiza la estabilidad jurídica para atraer inversiones. Si la inversión pública se dirigiera a ejecutar proyectos de servicios públicos, agua, luz, carreteras, seguridad, escuelas, hospitales y viviendas; y a estimular el emprendimiento de las pequeñas y medianas empresas, hoy la realidad sería otra.

El segundo paso es derribar las barreras que excluyen a jóvenes y adultos mayores de la posibilidad de obtener un empleo. Para ello, nosotros propusimos la Ley del Primer Empleo, que asegura la primera experiencia profesional a los jóvenes que se integran al mercado laboral, concediéndole a las empresas incentivos fiscales.

Para salir adelante, el Estado también debe promover condiciones que garanticen a todos los trabajadores la seguridad social y un salario  que les alcance, por eso es importante reducir la inflación, promoviendo la producción. No nos cansaremos de decirlo, esa es la clave para que nuestra Venezuela progrese.

Y solo a través de la construcción de un entorno de confianza para la inversión basado en instituciones justas sin perseguir a la gente, seguridad jurídica, la reducción de los obstáculos para el emprendimiento, y la promoción de la iniciativa del esfuerzo privado, se fortalecerá la producción nacional de bienes y servicios que consumimos los venezolanos.

Las condiciones en las que nace un venezolano, no deben determinar su destino. Un empleo con calidad es fundamental para que nuestro pueblo avance en el logro de sus aspiraciones. Con el desarrollo del turismo, de la agricultura, la manufactura, la industria y el comercio se forjará en el país una economía estable, sólida y confiable.

Solo así lograremos frenar el alza de los precios: solo el trabajo conjunto entre un gobierno y el sector privado, permitirá que alcancemos la estabilidad de precios que resguardará el valor de los salarios de los venezolanos.

A nuestros trabajadores de Miranda, como les dije esta semana, gracias infinitas por amar y servir a nuestro pueblo mirandino. En Miranda hemos demostrado que somos un equipo al servicio del progreso de nuestro estado. A todos los trabajadores de nuestra Venezuela, hoy más que nunca nuestro compromiso es con ustedes, con sus familias, con todo nuestro pueblo para que juntos impulsemos los cambios que nos permitan vivir bien, comer bien, dormir y caminar tranquilos hacia el progreso.

Hoy más que nunca estoy seguro que llegará el día que en nuestra Venezuela más nunca se hable de trabajadores oficialistas u opositores, sino trabajadores venezolanos. 

¡Todos somos todos! ¡Que Dios bendiga a los trabajadores de nuestra Venezuela!