lunes, 28 de abril de 2014

El modelo es el problema

La verdad es como un salvavidas, por más que intenten hundirlo, siempre consigue la forma de salir a flote. Y eso es justamente lo que está ocurriendo hoy en nuestro país: están saliendo a flote todos los errores, los desaciertos y todas las mentiras, que han deteriorado la calidad de vida de nuestro pueblo, pese a la insistencia de algunos, de mostrar los “éxitos” de un modelo económico que a todas luces fracasó desde el mismo momento en que comenzaron a aplicarlo.

El socialismo del siglo XXI, como lo bautizaron, ofreció grandes promesas. La instauración del paraíso en la tierra, pero en la práctica ha sido y es un verdadero desastre. Un modelo en el que la propiedad de los medios de producción está solo en manos del Estado, en el que se expropian empresas, confiscan empleos y en el que se ve al esfuerzo privado como un enemigo, no puede ser exitoso.

A esta realidad debemos sumarle la enorme corrupción e incompetencia de quienes hoy están en el gobierno, que quedan evidenciadas en las Memorias y Cuentas de algunas empresas estadales. Quienes las dirigen no pudieron ocultar ni maquillar el fracaso al que fueron condenadas, por la aplicación de las políticas de un modelo errado, que también destruyó nuestro aparato productivo.

La crisis económica parece que llegó para instalarse en nuestra Venezuela, sin que veamos intención del gobierno de resolverla. Lejos de tomar las medidas para solventar la crisis, esta se enquista con el correr del tiempo. Las devaluaciones de nuestro bolívar, los problemas para obtener divisas, las trabas para importar, la escasez de materia prima y las expropiaciones, nos han llevado a que nuestra Venezuela hoy tenga la inflación más alta del mundo, al poco por no decir nulo crecimiento económico, a pesar de tener las reservas de petróleo más grande del planeta.

En el mundo ya existían ejemplos de lo que no se debe hacer en materia económica. El modelo de la Unión Soviética, de los años 70, en la que factores similares a los de nuestro país, contribuyeron a conformar una peculiar economía, caracterizada por la escasez, largas colas y corrupción, que llegaba a niveles en los que un trabajador, escondía algún producto de primera necesidad debajo del mostrador para dárselo a sus amigos, familiares o para protagonizar algún soborno.

Algunos modelos, como el que hoy dicen aplicar en nuestra Venezuela, no han podido resolver las dificultades de la oferta de bienes ni de la creación del capital fijo, porque son modelos profundamente centralizados, que anulan la iniciativa individual y la motivación del pueblo a progresar. Estos modelos no han funcionado adecuadamente en ninguna parte del mundo y su rotundo fracaso en la Unión Soviética fue un claro indicio de su incapacidad para cumplir con sus promesas.

Después de 15 años que debieron haber sido dorados, nuestra Venezuela es hoy más  pobre. Pero lo peor y más trágico es que quienes hoy sumergieron a nuestro país en una de las crisis económicas más dramáticas de nuestra historia, continúan mintiéndole a nuestro pueblo y creyéndose sus propias mentiras e ideas desfasadas.

Los del gobierno se jactan de que la pobreza y el desempleo disminuyeron en Venezuela. Que Venezuela es hoy una de las economías más prósperas del mundo. Pero cuando uno ve las cifras y observa cómo la inflación en los primeros tres meses de 2014 ya suma 10,1%; lo que significa que la inflación acumulada de los últimos 12 meses es de 59,4% y el precio del dólar en 2013 pasó de 4,30 a 6,30 bolívares, luego al Sicad y después al Sicad II; cuando uno ve que el BCV no publica datos de escasez desde enero de 2014, el cual fue de 28%, y lo normal para un país es de 5%; cuando uno ve que la producción del petróleo ha disminuido y hasta tenemos que importar gasolina; que las reservas internacionales siguen cayendo y han desaparecido más de 5 mil empresas; que somos el segundo país en riesgo para inversiones en América Latina y la empresas de Guayana están por el piso; yo me pregunto, sobre qué realidad sostienen esas afirmaciones.

Durante esta semana han anunciado, con bombos y platillos, una “ofensiva económica” con la que buscan “equilibrar” y “corregir” el desbalance de un modelo que fracasó y que por consiguiente no da para más. Somos los primeros interesados en apostar al éxito de esas medidas. Pero el gobierno debe hablarle con la verdad a los venezolanos.  Es hora de afrontar la dura realidad y asumir responsabilidades, pero lo más importante es tiempo de rectificar.

Es necesario reactivar los parques industriales, actualmente paralizados por la falta de materia prima, con la finalidad de reducir las importaciones e impulsar un plan de infraestructura nacional que estimule el empleo. Es preciso crear centros de producción según las fortalezas de cada región, promoviendo las inversiones que mejor aprovechen sus recursos. Es urgente revisar el estado de las tierras expropiadas y reactivar el campo venezolano. Es clave apoyar a nuestros pequeños y medianos emprendedores, sin importar cómo piensen, otorgando facilidades para aceder a créditos productivos e incentivos fiscales para las nuevas inversiones. Es ineludible el trabajo mancumunado entre el esfuerzo público y privado. Y no podemos olvidarnos de promover la capacitación de la fuerza trabajadora. Hay que invertir en la educación, solo con una educación de calidad se logran los cambios que nuestro país necesita.

En definitiva, la crisis económica en nuestro país se combate con mucha producción nacional. Nuestra Venezuela tiene todos los recursos naturales y el mejor recurso humano para ser la nación más productiva del mundo. Con una política económica, transparente, responsable y sostenible, que estimule la inversión, eleve el poder adquisitvo y genere empleos de calidad para todos por igual. Esa es la Venezuela de progreso que todos queremos, con la que soñamos y por la que seguiremos luchando.

Todos los venezolanos tenemos el derecho constitucional de protestar de manera pacífica y mientras exista este caos y tantos problemas sin respuesta por parte del gobierno, nuesto pueblo seguirá en las callles protestando, porque ninguna sentencia del TSJ puede estar por encima de nuestra Constitución.

¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!




lunes, 21 de abril de 2014

Unión y cambio

Desde que dimos un paso al frente y emprendimos nuestra lucha por todos los rincones de nuestra Venezuela, para decirle a nuestro pueblo, mirándolo a los ojos, que los problemas sociales y económicos del país sí tienen solución, insistimos en la necesidad de entablar un debate que le permitiera a los venezolanos la posibilidad de comparar entre el modelo de cambio, unión y progreso que nosotros representamos, versus el modelo de división, exclusión y atraso que encabeza el gobierno.

Mis propuestas nunca han sido ni serán en función de lo que el gobierno diga, para nadie es un secreto que llevo tiempo haciendo planteamientos a los sectores populares del país. Propuestas claras. Soluciones concretas. Con un solo objetivo: calidad de vida y progreso para todos por igual.

Son propuestas que hemos llevado personalmente a cientos de comunidades de nuestra Venezuela y las seguiremos llevando, porque hay que proponer, convencer, mostrar que tenemos algo mejor. Nosotros somos diferentes no porque decimos que lo somos, sino porque actuamos diferente. No esperemos que otros se sumen solamente por la situación tan difícil que atraviesa nuestra Venezuela.

Recordemos que quienes están en el gobierno no salen a la calle, no hacen colas, no les importa la escasez, ni la situación de los hospitales, ni de nuestros enfermos. Este modelo ha fracasado y ese fracaso es hoy, un buen negocio para otros países.  Todo se trae de afuera. El maíz para nuestras arepas. El Trigo, la mantequilla, el pollo y la leche, solo por nombrar algunos alimentos, pero la realidad es que casi todo lo que comemos se lo compramos a los productores de otros países.

Si hablamos del “pabellón criollo”,  plato típico tradicional venezolano, tenemos que decir más bien “pabellón importado” porque el 80% de las caraotas que consumimos vienen de Nicaragua y otros países, el 40% del arroz que comemos viene de los Estados Unidos y otros países, la carne es importada de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.

Pero eso no es todo, hoy el mercado farmacéutico está por el piso. Más de 93 mil pacientes están en apuro, porque no han podido recibir tratamientos para sus enfermedades debido a la escasez de los medicamentos. Marzo fue el mes más crítico. Al menos 17 medicamentos antirretrovirales escasearon en 18 estados del país. Mientras en lo que va de abril, ya se han reportado fallas en 7 medicamentos. De los 231 fármacos, equipos e insumos médicos rutinarios que se utilizan en las clínicas, 109 están agotados.

El panorama actual no es nada alentador, más cuando revisamos los antecedentes, por ejemplo, del Hospital J. M. de los Ríos, donde el Servicio de Hemodinamia, que venía realizando 350 cateterismos al año, en lo que va de 2014 apenas ha resuelto 6 casos. El Servicio de Cirugía Cardiovascular del J.M. no opera prácticamente ningún paciente hace tres años, cuando en su mejor año llegó a operar a 250 niños. La labor del Cardiológico Infatil tampoco se da abasto. Extraoficialmente se habla de una lista de espera de 7 mil pacientes.

Venezolanos con enfermedades crónicas como la diabetes, problemas cardíacos, cáncer y enfermedades respiratorias padecen un verdadero viacrucis para recibir sus tratamientos.

Esta realidad influye de manera negativa en nuestra calidad de vida, economía y en nuestra producción. Y todavía hay algunos quienes siguen diciendo que hoy Venezuela es un país independiente y soberano. Pero lo más insólito es quienes dicen eso, son los mismos que creen que a los venezolanos pueden engañarnos, manipulando la historia a punta de cháchara politiquera.

Justamente ayer se cumplieron 204 años de aquel 19 de abril de 1810, fecha en la que se inició el camino a la Independencia de nuestra Venezuela. Hoy nos toca seguir luchando con esfuerzo por la independencia del venezolano, porque en nuestro país no podemos hablar de independencia cuando hay intereses extranjeros dentro de nuestra Fuerza Armada Nacional, en registros, notarías, en el sistema de salud y de educación.

Seguiremos insistiendo que  ser independiente es que ningún gobierno someta a nuestro pueblo al chantaje. Independencia es que todos nuestros niños y jóvenes tengan acceso a una educación de calidad, que les brinde oportunidades para todos por igual. Independencia es libertad, democracia, que usted vaya a un tribunal y sea igual a cualquiera ante la ley. Seremos libres el día que no dependamos de un gobierno de turno, el día que no tengamos que negociar el ejercicio de un derecho. Ser independientes es ir al mercado y conseguir todos los alimentos que consumimos, es tener seguridad, salud, vivienda y un empleo con calidad a cambio de nada, sólo por la condición de ciudadano. Abrir el grifo y que salga agua. Que el salario alcance y la capacidad que cada uno de los venezolanos pueda cumplir sus metas. Eso es ser independientes.

Hay que decirle la verdad al pueblo porque nuestro país no va bien y eso hay que decirlo ¡Nadie puede quedarse callado! Por eso sí hemos hablado de dos Venezuela, una Venezuela grande representada por la mayoría que sufre y otra pequeñita encabezada por quienes están en el poder.

El gobierno dice que quiere dialogar y no me voy a negar a hacerlo. El reto en este momento es que el país completo crea en ese proceso. ¿Cómo se logra? Con hechos, con resultados, sino hay resultados quedará en la retórica y quedará una frustración muy grande para nuestro pueblo. El 99% del éxito depende de ellos, que son quienes están en el gobierno y toman las decisiones.

Yo sí creo en que hay que conversar. Los venezolanos podemos tener miles de diferencias, pero no podemos perder la posibilidad de comunicarnos. Hay que agotar todas las herramientas porque esto cambia o esto revienta, y nuestro pueblo merece un país de paz. Podemos no creer, sentir que no vale la pena, pero tenemos que entender que sí hay una oportunidad, tenemos que aprovecharla por el bienestar de nuestro país. Encerrándonos en nuestras trincheras no vamos a resolver nada, no podemos renunciar al diálogo. Sabemos que cada día es más difícil salir adelante, pero por medio de la violencia no vamos a lograr el cambio. Organización desde las comunidades, barrios y caseríos para juntos lograr la unión y el cambio, y que logremos salir de este caos en el que nos encontramos.

Al final tendrá que imponerse el bienestar, la razón, el futuro que tiene que ser mejor. A eso apostamos, a un mejor país.

 ¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!

lunes, 14 de abril de 2014

Tiene que haber cambio

Hasta en las guerras, hay una pausa para dialogar. En la Venezuela actual tiene que haber una oportunidad para ello. Dialogar no significa claudicar las ideas, pero sí encontrar un camino que permita encontrarnos y reconocernos con quienes no piensan como nosotros. Con un solo objetivo: erradicar para siempre la violencia e intolerancia de la vida de los venezolanos, para crear condiciones económicas y sociales, que permitan a nuestro pueblo avanzar tranquilamente hacia el progreso y el futuro.

Con esa firme creencia asistimos esta semana a Miraflores, para sentarnos a hablar con quienes están en el gobierno, teniendo como testigos a los Cancilleres de Ecuador, Brasil y Colombia y al Nuncio Apostólico en nuestro país, Monseñor Aldo Giordano, porque sabemos, tal como lo creían Mahatma Gandhi, Martin Luther King y Nelson Mandela, que el diálogo es la principal herramienta de los movimientos que quieren justicia y que se niegan a utilizar como método la violencia.

Nuestro pueblo tuvo por primera vez en 15 años la oportunidad de escuchar, en cadena nacional de radio y televisión, otras voces. De contrastar entre dos modelos. Uno que se defiende a sí mismos y sus intereses, y el nuestro que habla de defender los intereses y la unión del pueblo. 

Venezuela es un país con más futuro que presente, aunque este gobierno insista en un discurso trasnochado y anclado en el pasado, con el que buscan dividir y no la solución de los problemas de los venezolanos. Nosotros insistiremos en temas tan sensibles como la inseguridad, escasez, alto costo de la vida y la crisis hospitalaria.

Nuestra obligación y responsabilidad será siempre ser la voz de todos a quienes hoy el gobierno les da la espalda. Ser la voz de los más pobres, quienes al final son los más afectados porque la Canasta Alimentaria está en 10 mil bolívares y el sueldo mínimo apenas llega a los 3 mil 300 bolívares. El valor de nuestra moneda (el bolívar que llamaron fuerte) se desplomó después de múltiples devaluaciones, pese a que prometieron no devaluar. Importamos más del 80% de lo que consumimos. Este gobierno todos los días hace más pobres a los pobres.

Si hay algún derecho que viola este gobierno, es el derecho a la alimentación. Hoy en Venezuela hacer el mercado es una odisea. Marcan en el brazo a los venezolanos, como si fueran animales, y tienen que hacer hasta 6 horas de cola para poder comprar alimentos, que cuando los consiguen cuesta hasta 4 veces más. La escasez cerró en marzo en 31% y los precios de los alimentos, según cifras oficiales, subieron 75% en los últimos 12 meses y en la práctica es aún peor. El modelo económico que está en la Constitución no se parece en nada al modelo que este gobierno está aplicando al país.

Nuestra Venezuela está muy mal, vivimos una situación sumamente crítica. A la crisis económica se le suma la crisis política y queremos que se resuelva la crisis, porque si esta situación se sigue agravando puede desencadenar en lo que no queremos. No queremos golpe de Estado ni estallido social. En nuestra Venezuela es urgente que los extremos rompan con el espiral de violencia. Nuestra misma Historia de Venezuela nos recuerda que en los momentos más difíciles al final los que se enfrentan, terminan sentándose en una mesa dialogando.

Gandhi, Luther King y Mandela, al igual que nosotros, no creían en la Ley del Talión, la misma del ojo por ojo, porque sabían muy bien que ese camino solo lleva a la destrucción de ambas partes.

Los venezolanos somos gente de paz y tenemos que buscarla, alcanzarla, que nos permita construir un país de todos.

Hay otros antecedentes en América Latina que pueden ayudarnos en el proceso de diálogo, es el caso del proceso que se llevó a cabo en Guatemala y El Salvador. Nuestro continente aun recuerda el Acuerdo de Paz de Chapultepec que fue firmado en enero de 1992, entre el Gobierno de El Salvador y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en México, que puso fin a 12 años de guerra civil en ese país centroamericano. Es bueno recordar que Venezuela desempeñó un papel importante en ese proceso de negociación.

Otro ejemplo es aquel discurso de Patricio Alwyn (con quien tuve la oportunidad de intercambiar ideas en nuestra visita a Chile) en el Estadio Nacional, el 12 de marzo de 1990, quien hablaba de la necesidad de restablecer el respeto y la convivencia entre los chilenos, cualquiera que fueran sus creencias, ideas o condición social, “sean civiles o militares”, palabras que le costaron el rechazo de la multitud presente. Sin embargo, Alwyn no se amilanó sino que espetó con más fuerza “sí señores civiles y militares, porque Chile es uno solo”, logrando la aceptación en el recinto. Alwyn y el pueblo chileno fueron capaces de construir la unidad de la familia de ese país, aceptando que la culpa de personas, no pueden comprometer a todos.

Tomó años para Venezuela para llegar a este punto, el camino es largo, pero está claro que dos mitades no hacen un país. Dialogar no significa claudicar las ideas, pero sí encontrar un camino para encontrarnos y reconocernos.

El diálogo debe comenzar con la liberación de los presos por motivos políticos, como Leopoldo López, Iván Simonovis, Enzo Scarano y Daniel Ceballos, y de todos los estudiantes detenidos; el regreso al país de los perseguidos por causas políticas; la restitución de la investidura de una de nuestras diputadas y el respeto a la función parlamentaria y al debate en el seno de la AN, que han sido vulneradas; el desarme de los paramilitares armados por el gobierno; detener toda censura de los medios; y comprometerse a respetar los derechos humanos de nuestro pueblo y, sobretodo, entender que la protesta pacífica es constitucional y que nuestros estudiantes así como todo el país tiene el derecho a expresarse. Hay miles de razones para protestar en nuestro país y el Gobierno no puede criminalizarlas.

Nicolás no puede seguir fabricando teorías de conspiración en la que anónimos intentan derrocarlo. Deben entender que esto cambia o el país revienta. La pelota está de su lado. Es su responsabilidad histórica poner fin a la violencia y la represión, y realizar los cambios para revitalizar la economía y respetar la Constitución y la democracia.

lunes, 7 de abril de 2014

El chantaje como política de Estado, por Henrique Capriles.

Sobre el chantaje es imposible construir una Venezuela de paz, progreso y oportunidades para todos por igual. No me cansaré de decirlo. Nadie, tenga el poder que tenga, tiene derecho a chantajear al pueblo, menos si se trata de las soluciones a sus problemas. Sin embargo, quienes hoy ocupan el gobierno, se han especializado en utilizar el chantaje como política de Estado, con el único fin de que los venezolanos estén a su servicio.

Cuando uno oye cosas como la dicha por quien ocupa el Ministerio de Educación, que el gobierno no quiere que los venezolanos salgan de la pobreza, porque se convierten en “escuálidos”, corrobora que a ellos lo único que les interesa es que nuestro pueblo siga dependiendo del Estado, para seguir chantajeándolos.

Pueden sentirse muy poderosos, pero el gobierno es profundamente débil, porque se sostiene sobre la base del chantaje, el miedo y el control institucional. Eso es lo que hacen siempre. Así actúan. Llevándose a todos por delante, pasando por encima de las leyes y pisoteando nuestra Constitución.

Esta semana, nuevamente apelando al chantaje, Nicolás dio la orden de paralizar todos los proyectos que fueron presentados por las mismas comunidades en el Ceplacopp y aprobados en Sesión por los miembros de este Consejo, entre quienes se encuentran alcaldes y diputados del partido de gobierno.

Los recursos para la ejecución de esas obras y programas sociales dependen del Fondo de Compensación Interterritorial (FCI) y Nicolás ordenó no transferirlos, convirtiéndonos en la única entidad del país que no ha recibido esos recursos. Ahora pretenden quitarle a nuestro estado Miranda esas obras, que muchas ya venimos ejecutando en la Gobernación. Y me pregunto yo: ¿es que acaso el gobierno va realmente a culminar unas obras que no les pertenecen? Si ni siquiera hemos visto que ejecuten proyectos propios en nuestro estado.

Buscan impedir a toda costa que la Gobernación cumpla las competencias que establece nuestra Carta Magna. Pero no se lo vamos a permitir. Sólo porque no asistí a una reunión del Consejo Federal de Gobierno (CFG) a lavarle la cara a Nicolás, quien pretendía hacer creer a lo interno y al mundo, que existe un proceso de diálogo. Pero todos sabemos que no es así. No hay nada más lejano al diálogo que todas las acciones de este gobierno, que debería explicarle a nuestro pueblo de Miranda en qué parte de nuestra Constitución dice que si yo no voy a una reunión del CFG, nuestro estado se queda sin recursos para sus obras y programas sociales. ¿En qué Ley dice eso?

Hablamos de la construcción de nuevas escuelas y la reparación de unas 63, además de la ejecución de otros proyectos concebidos para dar respuesta a las necesidades de los mirandinos. El mundo al revés. El gobierno de Nicolás es el único en el mundo con el que hay que pelear para dar soluciones al pueblo. Los venezolanos estamos cansados de la politiquería y el chantaje que se pretende imponer como política de Estado.

Bien lo decía una vecina del sector El Rodeo de Guatire, durante una asamblea popular que hicimos esta semana en nuestro municipio Zamora, que los recursos para las escuelas que estamos construyendo, no son de Nicolás, sino de los niños que asistirán a esos planteles y que no tienen color político. Pretenden paralizar esas escuelas y el resto de las obras por un pase de factura política.

Ahora tampoco quieren que les paguemos a nuestros trabajadores. Hasta el día que escribo estas líneas, no hemos recibido la segunda quincena de marzo del Situado Constitucional, afectando a 37 mil trabajadores. El salario de ellos es sagrado y así lo vamos a hacer respetar.

Hoy le decimos a los que están en el gobierno, les guste o no, nuestros trabajadores defenderán lo que por derecho les corresponde y los compromisos que hemos adquirido con los mirandinos los vamos a cumplir. Esos proyectos los vamos a ejecutar, porque esas obras no son mías, tampoco de Nicolás, sino de nuestro pueblo. A veces las luchas son largas, pero si se mantiene el propósito no habrá ningún obstáculo que las detenga.

No se equivoquen. No nos usarán para una comparsa o un show mediático, que es lo que ellos quieren. Miranda y Venezuela terminarán venciendo el chantaje.

Los venezolanos nos conocen, saben que servimos a nuestro pueblo, para dar respuestas a sus necesidades, no para ser un generador de caos como sí lo es este gobierno, que se niega a hablar sobre los verdaderos problemas del país y darles solución.

Nicolás no tiene la menor idea de cómo resolver la crisis social, política y económica. Tampoco ha demostrado interés. Realidad que se evidencia a diario. Cuánta indiferencia ante la inseguridad, el desabastecimiento, la crisis hospitalaria, la inflación y el desempleo. La única agenda que muestran al país es la del caos y la violencia para desviar la atención de los venezolanos sobre los verdaderos problemas que nos afectan a todos.

¿La razón? Ellos le tienen miedo al futuro. Tiemblan cuando piensan en una Venezuela de progreso para todos por igual, en la que todos podamos convivir unidos, con oportunidades, seguridad, empleo, educación, servicios públicos que funcionen y salud con calidad. Lo que para los venezolanos es un sueño, para quienes han mantenido la crisis y el chantaje por años, es una verdadera pesadilla.

Ahora es cuando tenemos que seguir luchando, el futuro bien vale la pena.

¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!