lunes, 31 de marzo de 2014

"El gobierno del bochinche", por Henrique Capriles.

“¡Bochinche, bochinche! ¡Esta gente no sabe hacer sino bochinche!”. Nada resume mejor las acciones de este gobierno que las palabras expresadas por nuestro Francisco de Miranda, una madrugada de 1812 en el Puerto de la Guaira. Si bien las circunstancias en las que se vio envuelto nuestro Generalísimo son diferentes, dos siglos después, el significado es el mismo: “gobernar”, “reinar” sobre el caos.

Qué otra cosa hemos visto los venezolanos, durante estos últimos años, sino desorden, anarquía, situaciones confusas y atropellos, que Nicolás y su gobierno promueven para su beneficio, con objetivos claros: tapar tanta ineficiencia. Desviar la atención de nuestro pueblo sobre la grave crisis económica que han originado y que nos afecta a todos por igual.

Por eso estas últimas semanas han intensificado una secuencia de acontecimientos que no son casuales: la expulsión de un grupo de diplomáticos, las destituciones de nuestros alcaldes y una de nuestras diputadas a la AN, juicios expresos, privaciones de libertad a dirigentes políticos y estudiantiles, allanamientos injustificados, persecuciones a periodistas, apagones, actuaciones desproporcionadas de los Cuerpos de Seguridad del Estado, el desconocimiento por parte del CNE a la voluntad del pueblo y su llamado a elecciones en dos municipios de nuestra Venezuela, la citación a la Fiscalía de otros alcaldes del progreso, y hasta la investigación a un diario aragüeño por supuestos mensajes cifrados en la publicación de sus crucigramas

Tantos han sido los inventos y las arbitrariedades, que si continúo mencionándolos, las páginas de este periódico no alcanzarían. Es obvio que con todo esto buscan que los venezolanos no hablen de la peor devaluación de nuestra historia, devaluación que será recordada como el Lunes Negro de los enchufados. Nuestra Venezuela está pasando por la peor situación económica que hemos vivido, nunca habíamos tenido una inflación tan alta y la escasez nunca había estado tan agravada. Esa es la gran obra que tiene Nicolás para mostrarle a nuestro pueblo y al mundo.

Así como destruyeron nuestro campo, las empresas expropiadas y las industrias básicas, acabaron con el bolívar. Hoy hicieron a nuestro país más dependiente que nunca de las divisas. Casi todo lo que consumimos es importado. Acabaron con la producción nacional y cómo le pesa a nuestro pueblo la devaluación. Muchos dirán que no les afecta, justificándolo en que ellos no compran dólares, pero sí les afecta, porque la mayoría de las cosas son importadas, la mayoría de las cosas vienen de afuera y si sube el dólar suben los precios. Esta nueva devaluación es un golpe directo al estómago de nuestro pueblo.

Este gobierno es experto en jugar con las necesidades, los sueños y las esperanzas de nuestra gente. Cómo les gusta manipularlos. Cuánto no hablaron de un bolívar “fuerte” y de un dólar a 6,30 durante “todo el año”, cuando la realidad es otra. Hoy el salario mínimo en nuestra Venezuela es 60 dólares mensuales, es decir, nuestro pueblo devenga un promedio de 2 dólares diarios, convirtiendo a los venezolanos en los peores pagados de Latinoamérica, por encima únicamente de Cuba.

Eso sin mencionar los sueldos de profesionales y técnicos de los diferentes gremios, quienes ya olvidaron la fecha en la cual discutieron su última contratación colectiva. Pero eso no le importa a este gobierno que también irrespeta las diferentes escalas y grados dentro de sus respectivos contratos colectivos.

Y mientras nuestros salarios cada vez valen menos, los precios de los artículos de primera necesidad cada vez suben más. Todo va hacia arriba, además, con la escasez batiendo récord. En estos días vimos con asombro cómo circula por las redes una lista con los nuevos precios de productos de primera necesidad. Lista que hasta el momento que escribo estas líneas no ha sido oficializada y publicada en Gaceta Oficial. ¿Qué curioso no? Parece que este gobierno está esperando ver la reacción de nuestro pueblo, para trasladar a las empresas esa decisión y, como siempre, lavarse las manos, diciendo que fue tomada unilateralmente y que el gobierno nada tuvo que ver.

Por si fuera poco, ya comenzaron a asomar el incremento de la gasolina, para completar el paquetazo rojo. Una paquetazo que nos achacan a nosotros, qué ironía, miren quién está dándole al pueblo el paquetazo. Frente a ese paquetazo, la agenda del gobierno será generar más violencia, detenciones y apagones. Todo para distraer.

A nosotros no nos van a distraer del camino que debemos recorrer para lograr la Venezuela que queremos. Nuestra agenda son los problemas que ellos no solucionan, la mayoría de los venezolanos están insatisfechos. Debemos unirnos en los muchos problemas que hoy tenemos y que hacen que prácticamente sea imposible conciliar el sueño. Nuestro pueblo no duerme como un bebé, como hacen otros por ahí. Estamos obligados a desmontar la agenda del gobierno, no dejar que la sigan imponiendo, mientras sigue profundizándose la crisis económica. Allí hay que enfocarse, porque el gobierno, con sus bochinches, no quiere que hablemos de todo esto. No dejemos que lo logren.

lunes, 24 de marzo de 2014

“La Venganza”, por Henrique Capriles.

Si hay algo que logran Nicolás y su combo es impedir que los venezolanos perdamos la capacidad de asombro. Todos los días se esfuerzan en superarse a ellos mismos. ¡Y vaya con qué facilidad lo logran! Son expertos en el espeluznante “arte” de generar caos y violencia en nuestra Venezuela.

Uno de los últimos episodios de estos reyes del caos, tuvo lugar esta semana en la casa donde deberían proponerse, debatirse y redactarse las leyes, la Asamblea Nacional. Fue más que indignante ver cómo quien ocupa una curul en el Hemiciclo, hablaba de venganza en vez de justicia, discurso que reveló que así como los alimentos y los medicamentos, la cordura de los enchufados y la aplicación de las leyes en nuestro país también escasea.

Una diputada, en una actuación “magistral”, que se mimetizó a la perfección con los rostros más vergonzosos de regímenes como el iraní,  que en pleno siglo XXI profesan y comulgan la Ley del Talión,  la misma del ojo por ojo y diente por diente, lanzó “La Venganza”, al aseverar que el gobierno, que ella también representa, no daría cabida a la “impunidad”. Que los asesinatos de venezolanos en las manifestaciones de las últimas semanas, “se van a vengar, se van a pagar…”. La justicia se sustenta en una venganza de acuerdo a sus intereses. ¿Qué les dicen a las familias de todos los asesinados en estos años? ¿Dónde ha estado la justicia?

La venganza es utilizada para tapar su ineficacia. Estamos hablando de un gobierno que necesita oxigenarse de la violencia para poder subsistir y tapar la profunda crisis social, económica y política que vive nuestro país. Esto explica por qué cuando la protesta comenzó a tener contenido -salieron los estudiantes, las mujeres, los médicos y los trabajadores- Nicolás dio la orden de allanarle la inmunidad parlamentaria a una de nuestras diputadas.

Pero como esa orden no fue suficiente para encender más la candela, decidió echarle una gandola de gasolina y agravar el conflicto que se vive en el país con la detención de dos alcaldes legítimamente electos por el pueblo. De un solo  plumazo, en menos de 8 horas se llevó a cabo un juicio relámpago para destituir al alcalde del municipio San Diego, Enzo Scarano, y además se ordenó la  detención del  alcalde de San Cristóbal, Daniel Ceballos.

Estas privativas de libertad curiosamente ocurrieron el mismo día en que un grupo de paramilitares, armados y financiados por el propio gobierno, irrumpió en una asamblea que realizaban los estudiantes en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela, en rechazo a la violencia de los últimos días.

Los medios reportaron que seis estudiantes recibieron una golpiza con tubos y objetos punzo penetrantes, para luego quitarles sus pertenencias. Hay reportes, incluso, de que a una muchacha la desnudaron y cometieron actos lascivos contra ella. Toda esta cronología de acciones es una muestra más de que Nicolás no puede con el país, con el caos que él mismo generó, y que lejos de buscar salidas, dichas acciones conducen al país a una situación sin retorno, agudizando aún más la confrontación y la violencia.

Pero la venganza no solo salpica a quienes pensamos diferente, también toca al pueblo oficialista que se siente indignado de que lo marquen como ganado para poder comprar un kilo de harina. Están decepcionados de las políticas que obligan a los venezolanos a tener que levantarse a las tres de la mañana para comprar una bombona de gas. Los venezolanos están cansados de la venganza de Nicolás.

Y como él sabe que a los venezolanos nos están uniendo los problemas y eso no le conviene, inventan escenarios que solo existen en su imaginación, para volver a dividir. Eso sí, queremos alertar a nuestro pueblo, porque su gobierno lleva más de un mes hablando de que en Venezuela está en proceso un Golpe de Estado.

Las acciones que vienen realizando, dan muestra de que hay algo muy oscuro detrás de todo esto. Por ello hago un llamado a todos los venezolanos y al mundo porque aquí lo que se puede estar desarrollando es un autogolpe promovido por sectores del mismo gobierno. Lo hemos dicho y lo seguiremos diciendo, los civiles no damos Golpes de Estado.

Cuando terminen su cacería de brujas contra quienes alzamos la voz, deberán enfrentarse a un pueblo unido en torno a los problemas. Deberán afrontar a un pueblo al que no le alcanza la plata, que no consigue alimentos ni medicinas, que no tiene servicios públicos de calidad. Deberán lidiar con un pueblo que está insatisfecho con todos los problemas actuales. Es por eso que apuestan a esas medidas fascistas que demuestran el miedo que él y su gobierno le tiene a la voz del pueblo.

Yo te digo Nicolás, vas a tener que meter presos a todos los venezolanos que queremos un cambio en el país, no cabrán los presos en Ramo Verde, ni en ninguna otra cárcel. Si crees que a través de la vía de la represión y la tortura nos vas a poner de rodillas, te equivocas. Solo tú serás el responsable de lo que suceda en nuestra Venezuela.

lunes, 17 de marzo de 2014

Más justicia, menos impunidad, por Henrique Capriles.

Cuando vemos las intenciones de introducir a los integrantes de nuestras FANB en las actividades políticas, defendiendo a un gobierno profundamente débil, con la finalidad de arrastrar su institucionalidad, revelan la gran descomposición e impunidad de este modelo fracasado que encabeza Nicolás Maduro.

Cuando vemos a grupos paramilitares, administrando la violencia, bajo la mirada cómplice de Nicolás Maduro, grupos que durante los últimos 15 años delinquen, atracan, violan, secuestran, intimidan, reprimen y asesinan, a plena luz del día, a la vista de todos, reiteradamente, utilizando armas que superan incluso a las empleadas por los organismos de seguridad del Estado y con el consentimiento de un gobierno, cuyo rol debería ser promover la justicia y la paz, es otra muestra de la impunidad que hoy recorre todos los rincones de nuestra Venezuela.

Ya suman 28 venezolanos (hasta el día que escribí estas líneas) que han fallecido durante las protestas de las últimas semanas y en las que han actuado estos grupos paramilitares. Para nadie es un secreto que el gobierno es el que los ha armado, institucionalizado y sembrado en los sectores populares, como símbolo de la ideología de la mal llamada revolución bonita, que de bonita no tiene nada, porque tiene al país sumido en violencia e injusticias.

Lamentablemente nadie en nuestro país escapa del drama de la violencia. Todo el mundo tiene un hermano, una tía, un primo,  amigo, vecino o conocido que ha sido víctima de la inseguridad. Paradójicamente, en nuestro país un venezolano puede perder la vida mientras protesta en contra de la impunidad. Otros han sido asesinados simplemente por pensar diferente. También por 3 mil bolívares, por un teléfono celular o por una moto.

Se trata de una realidad que no cambiará mientras en nuestro país haya impunidad. Sólo en lo que va de 2014 han asesinado a 2.841 venezolanos, un promedio de 48 homicidios al día ocurren en nuestras calles. Tanto estas muertes, en manos de la delincuencia, como los 28 venezolanos que han caído mientras manifiestan su descontento, tienen que dolernos en el alma a todos, porque son venezolanos, como tú y como yo.

Probablemente estas víctimas no tengan justicia. En Venezuela 92 de cada 100 homicidios quedan sin resolverse. No hay castigo para quienes han cometido un asesinato, solo el costo invalorable del enorme dolor de una madre o un padre al que le mataron a uno de sus hijos. La vida es lo más sagrado que tenemos y el gobierno tiene la responsabilidad de garantizar este derecho fundamental, porque sin vida no hay nada.
Pero este gobierno ha demostrado, con sus acciones y declaraciones, que no le importa la vida de los venezolanos. Vemos cómo en cadena nacional se habla de diálogo y paz y a las pocas horas se hacen llamados irresponsables que conllevan a una confrontación de pueblo contra pueblo.

El miércoles vimos a través de un canal de noticias internacional, porque en los medios nacionales hay mucha censura, como Jhonny Montoya, hermano Juan Montoya, quien fue asesinado el 12 de febrero en situaciones confusas en La Candelaria, decía, palabras más, palabras menos, que la división en Venezuela debería ser entre venezolanos honestos y venezolanos corruptos. No entre el pueblo oficialista y quienes queremos justicia. Jhonny contaba cómo su familia ha tenido que sortear la burocracia institucional para que puedan recibir el pago del seguro de vida de su hermano. Nada más cierto que esa reflexión, porque la impunidad salpica todo y a todos, nuestro pueblo no puede ser indiferente.

Caso como el de la familia Montoya se repiten en todo el país. Venezolanos que han tenido que emprender un verdadero vía crucis para hacer valer sus derechos, después que fueron violentados con cárcel, tortura y persecución por los organismos del Estado.

Aprovecho para resaltar la noble labor que muchos profesionales del derecho están ejerciendo para defender a estos venezolanos que, en muchos casos, no cuentan con los recursos para tener una defensa, por el único “delito” de exigir soluciones a los miles de problemas que tenemos en el país.

Los venezolanos saben que este gobierno está muy lejos de fomentar la igualdad frente a la ley, por eso se sienten en estado de indefensión, más aún cuando tenemos una Fiscalía y tribunales ocupados en perseguir a quienes pensamos diferente, mientras la realidad que aqueja a nuestro pueblo, sin importar cómo piense, es realmente alarmante. Ahí están los casos de Leopoldo López y del comisario Iván Simonovis, quien hoy cumple 9 años y 113 días privado de libertad, solo por adversar una situación con la que no estuvo de acuerdo.

Los venezolanos sabemos cuál es el país que podemos, queremos y merecemos tener. El deseo de los pueblos es la verdad, y la verdad es que el pueblo venezolano quiere unión, tranquilidad y progreso. En definitiva todos aspiramos a más justicia y menos impunidad.

A nosotros nos quita el sueño que en nuestro país haya justicia para todos, que todos seamos iguales ante la ley, que contemos con una justicia transparente, con unos jueces que sean electos por concurso y no por ponerse la camisa de un color para poder administrar la justicia.  A Nicolás solo le quita el sueño hacer todo lo necesario para mantenerse en el poder. Él cree que con represión va a tapar la verdad y a callar a los venezolanos.

Es comprensible el descontento del pueblo agraviado por la violencia y su deseo legítimo de justicia y a la protesta pacífica. Aquí nadie se puede acostumbrar a vivir inmerso en la impunidad y en las injusticias.

Mientras Nicolás duerme feliz y como un niño, nosotros seguiremos con nuestras asambleas populares escuchando a nuestro pueblo. Todo este descontento tenemos que convertirlo en un gran movimiento social para plantarnos con fuerza frente al gobierno. El objetivo es unirnos para lograr los cambios que el país necesita, porque Venezuela no son dos mitades.

lunes, 10 de marzo de 2014

Dos mitades no hacen a Venezuela, por Henrique Capriles.

Ayer acompañamos a nuestro pueblo en la Marcha de las Ollas Vacías, para decirle a este gobierno que la escasez y el alto costo de la vida nos golpea a todos los venezolanos por igual. A los que viven en Los Palos Grandes y en Prados del Este, pero también a quienes viven en Catia, en Macarao y en El Guarataro, o quienes residen en Barrio Sucre y el 23 de Enero, en San Cristóbal.

Hoy, a los venezolanos nos unen los problemas. Padecemos las mismas dificultades. Recordemos que el drama de la inseguridad fue el que originó las protestas estudiantiles en San Cristóbal, protestas que se extendieron a otras ciudades reclamando soluciones a la inflación, a la escasez, a la inseguridad y a todo el ejército de problemas que hoy padecemos. Nuestro pueblo está harto de que lo roben, de pararse a las 3 ó 4 de la mañana para comenzar a hacer largas colas y comprar un solo pollo y dos kilos de harina para hacer las arepas. Está cansado de abrir el grifo y que no salga agua. Se siente frustrado por no tener hospitales que funcionen. Vive amargado de sobrevivir.

No nos merecemos vivir inmersos en una permanente zozobra y angustia. Ya nuestro pueblo no aguanta más y Maduro lo sabe. Fue irresponsable su llamado a los grupos paramilitares armados por su propio gobierno, a que disuelvan las protestas en las calles. Todos lo vieron en cadena de radio y televisión. ¿Qué es eso? ¿Un llamado a que nos matemos unos con otros? ¡Declarándole la guerra a nuestro pueblo con sus grupos paramilitares! Eso tenemos que rechazarlo todos los venezolanos, porque no podemos ir a una guerra. No podemos resolver los problemas enfrentándonos unos con otros, mientras el gobierno, que tiene la responsabilidad de resolverlos, sigue ignorando lo que ahoga a los venezolanos desde el Palacio.

Nuestro deber en este escenario es orientar y acompañar las protestas para que las mismas signifiquen cambio y no frustración y violencia. Calle sí, queremos potenciar la protesta social y que haya más calle, pero que esté más organizada y se manifieste sin violencia. Debemos organizarnos para salir todos unidos a luchar con fuerza para exigirle al gobierno que deseche su modelo fracasado y trasnochado, por un proyecto enfocado a la creación de condiciones para que los anaqueles estén llenos de 15 y 20 marcas diferentes de harina, de leche, de aceite y de medicamentos, para que nuestro pueblo tenga una gran variedad de dónde elegir.

Un país con tantos recursos económicos y naturales no puede seguir hacia atrás como va. Todos queremos que Pdval funcione y que los anaqueles de los mercados, de las farmacias, de las ventas de autopartes, estén llenos de cientos de productos hechos en Venezuela. Todos soñamos con tener servicios públicos que funcionen y que el dinero nos alcance.

Siempre lo hemos dicho y lo repetiremos hasta el cansancio. Los problemas en Venezuela, como la escasez, sí tienen solución. Si el gobierno, en vez de amenazar, trabaja de la mano con el esfuerzo privado; si en vez de poner puros pañitos de agua caliente que terminan por caerse, generara confianza en la economía de nuestro país; si deja de utilizar los pocos dólares que tenemos para importar y los invierte en nuestra Venezuela, no solo solucionaría el problema de la escasez y el desabastecimiento, sino que también generaría empleos y oportunidades para nuestro pueblo.

El país necesita un giro de 180 grados en la política económica, porque la producción nacional se ha reducido en el país a niveles nunca antes visto. Somos un país no solo dependiente de las importaciones, sino de los reyes del mercado negro que existen para todos los rubros y que dirigen, en buena parte, los enchufados.

Pero si los venezolanos queremos que el país cambie para que haya justicia, paz, oportunidades y progreso, debemos unirnos con urgencia, porque un país no son dos mitades. Para que Venezuela avance debemos unirnos en torno a nuestros problemas y eso lo seguiré repitiendo las veces que sean necesarias. O el gobierno escucha lo que pasa o ustedes, el pueblo venezolano, tendrán la fuerza para cambiar el gobierno.

Nuestro pueblo no puede y no debe acostumbrarse a que las dos palabras que más se repitan actualmente en la calle, en los abastos y en cualquier establecimiento comercial sean: “No hay”. No hay leche. No hay harina. No hay aceite. No hay medicinas. No hay repuestos. Nuestro pueblo lo ha vivido, sabe que no es un invento, que para comprar lo que necesitamos debemos visitar varios mercados y, si corremos con la suerte de conseguir los productos, debemos hacer horas de colas para poder comprarlos.

A Nicolás se le fue el tema de las manos, por eso trata de hacernos creer que la escasez es culpa de la empresa privada, consecuencia de las compras nerviosas, o una campaña de los dirigentes de la unidad para desestabilizar su gobierno. Ahora asegura que la escasez es producto de las protestas y los bloqueos de las vías. El gobierno y sus trapos rojos, para tratar de desviar la atención de nuestro pueblo, sobre su ineficacia para resolver los problemas. ¿Saben por qué inventan tanto? Porque están tratando de ver cómo ganan tiempo frente al desastre que tienen en frente.

Pero los venezolanos estamos claros, sabemos que este problema no comenzó hace cuatro o cinco semanas. Venezuela hoy sufre una escasez de cerca del 30% sólo en alimentos, cuando lo normal en un país es del 5%. Estamos viviendo la situación más crítica en años. El racionamiento en la compra de alimentos que el gobierno pretende poner en marcha en la red Pdval, es una muestra más del desabastecimiento que existe en el país. Una verdadera ironía en un país con tanta riqueza, con las mejores tierras, con una renta petrolera que debería tenernos entre los países más prósperos del mundo.

Fueron las malas decisiones de ese grupito de enchufados las que nos llevaron a este retroceso que hoy tenemos. Nuestro pueblo está viviendo las consecuencias de esas malas políticas y por eso hoy hay descontento en los barrios. No hay un rincón de Venezuela en el que nuestro pueblo no esté descontento por este y otros problemas.

Quiero insistir, así parezca disco rayado, que mientras más venezolanos luchemos unidos, organizados y sin violencia, más oportunidades tendremos de lograr que el gobierno obedezca al pueblo en sus legítimas exigencias de más soluciones y menos cháchara. Toda Venezuela nos ha visto dejar el pellejo en los últimos dos años de batallas electorales. Los venezolanos saben que nuestro compromiso con el cambio es firme, evidente e incuestionable. Nosotros creemos en el modelo progresista y de oportunidades. Y seguiremos trabajando hasta tenerlo y unir a nuestro pueblo, porque un pueblo unido es fuerte frente a un gobierno débil como el de Nicolás. Si los venezolanos, dejamos de lado nuestras diferencias y nos unimos, habrá un cambio en Venezuela.